Recorrido por algunas calles del sur del DF
10:15 de la mañana
-¿Por quién vas a votar ‘ca’?
-Por el PRD
-No, mejor Felipe, está dando barbacoa.
-¿Dónde?
-Por allá...
Esto fue lo primero que escuché en mi camino hacia una de las casillas ubicada en una de las callecitas del barrio de la Magdalena Culhuacán en la delegación Coyoacán. Quien preguntó era un hombre corpulento, trabajador –se veía en las grietas de su piel y rostro- que iba acompañado de un grupo de hombres en sus treinta o cuarenta años, todos caminaban en medio de la calle, sin importar el paso de los autos. Quien respondió determinante a la pregunta era un hombre mayor, quien atendía dentro de una tienda de abarrotes mientras veía en la televisión el seguimiento de las elecciones. Quise seguir al grupo de hombres - que partían hacia donde estaba supuestamente la repartición de comida, pero dieron vuelta en un callejón y ya no los pude seguir (acabo de tener un accidente automovilístico y no puedo moverme mucho, es una lástima).
-¿Por quién va a votar señora?
-Por López Obrador.
-¿Por qué?
-Porque es el menos malo... me cae bien.
-¿Para diputados y senadores, por quién?
-No sé, no los conozco, no había pensado. Nada más tenía pensado para presidente.
-¿Para jefe de gobierno?
-Pues por Ebrad, no sé.
-¿Por qué?
(Se queda pensando) Para que se pongan de acuerdo (él) con López Obrador, que son del PRD...
Esta fue una breve entrevista que hice a una mujer, profesora de primaria de unos cincuenta años, quien acudía con su familia a votar a la casilla que me correspondía. Comentó que todos iban a votar por López Obrador. Habían acudido temprano porque más tarde “iba a haber mucha gente”. Ella lo sabía pues hacía seis años había ejercido como funcionaria de casilla “No me gustó nada eso” dijo. “¿Quién ganó en aquella ocasión?” pregunté, “El PAN creo... si, el PAN”.
“¿Por quién votaron?” Pregunté -después de votar- a un par de jóvenes que acababan de salir junto conmigo de la casilla, por supuesto con el protocolo de decir por qué les preguntaba si el voto “es secreto” (dice al entrar a la casilla). “Por PRD para presidente y jefe de gobierno y todo lo demás por Alternativa”, dijo la joven quien votaba por primera vez. “¿Por qué?”, “Pues nomás”. “¿Y tú?”, “Igual, por el Peje para presidente y también PRD para jefe de gobierno, lo demás por Alternativa”, “¿Por qué?”, “Pues por sus ideas... para que tengan peso en el Congreso, son los más centrados”, respondió el joven de 27 años, quien votaba –para presidente- por segunda vez.
De 12 del día a 2 de la tarde
-¿Ya fueron a votar? Pregunté a un grupo de lava-autos que desayunaban afuera de su chamba unos tacos de guisado.
-Yo no voy a ir, no tengo credencial, soy de Guerrero.
-¿Y usted?
-Si después.
-¿Por quién va a votar?
-Por Madrazo.
-¿Por qué?
-Pues porque tiene las mejores propuestas, me gusta, es el mejor.
Decidí –a pesar de mi condición- ir a caminar en los alrededores del barrio de Culhuacán, avenida Taxqueña y Miramontes. Muchos autos, mucha gente en la calle. Parecía –o por lo menos, así lo percibí yo- que todos estaban en la vía pública para ir a votar. Familias completas llegaban a las casillas que me tocó ver para poder emitir su voto, mucha gente mayor, niños, incluso personas en silla de ruedas acompañadas de sus sobrinos, hijos o papás. En una casilla, ubicada en Escuela Naval Militar, frente a una tienda del ISSSTE –de las pocas que aún sobreviven en esta ciudad- me quedé sentada un rato. Observé cómo también los niños estaban ansiosos por ayudar a sus papás y mamás a tachar las boletas o a meter las “cartitas” en los casilleros: “Yo mamá, déjame a mi”, “Si, pero dóblala más, así”, y salía la pequeña con una sonrisa en los labios por haber ayudado en tan importante labor. Otro niño, de unos ocho años, miraba azorado cómo un funcionario de casilla le sellaba el dedo a su papá, éste le enseñó el pulgar al pequeño y los dos se voltearon a ver riendo. Todos en armonía saludando al vecino o vecina que rara vez veían y que, quizás, hacía mucho que no cruzaban palabra entre sí:
“¡Hola! ¡Qué milagro! ¿Cómo estás?” –Preguntó una anciana a un chavo de unos veinte años- “Hacía mucho que no te veía, ¡qué grande estás!... ¿Ya fuiste a votar?”, “No, me toca la casilla que está al otro lado, mis papás son los que vienen aquí” –respondió el joven un tanto turbado- “¿Es tu primera vez?”, “Si”…
“¡Hola! ¿Cómo estás?”, “Bien, ¿y tú?” (beso en la mejilla). Dos chavas, se saludaron al llegar a la casilla y aprovecharon el momento para platicar un rato antes de entrar a votar. Al ver que cada vez llegaba más gente (era como la una) decidieron entrar y formarse al fondo, no sin antes prometer que se llamarían después “para seguirle”…
A esta hora ya había una gran cantidad de personas en esa casilla, incluso cuando la casilla se era bastante amplia por ubicarse en una escuela primaria, se formó en un momento una cola como de unas quince personas. Mi columna comenzó a doler un poco (por lo del accidente, insisto) y decidí regresar cuanto antes a mi casa. Tomé un taxi y aproveché para hablar con el conductor: “como siempre, accederá a platicar, así son los taxistas” pensé, pero me equivoqué en esta ocasión, pues el joven taxista de unos treinta años o menos no quería hablar mucho que digamos. O por lo menos no habló tanto como en aquellos programas de MTV en los que un taxista hablaba sin parar con la gente que se subía en su auto (estereotipo televisivo, si lo sé).
-¿Y usted ya fue a votar?
-No, yo soy de Veracruz y no puedo.
-¿Y por quién votaría si pudiera?
-Pues por el PAN.
-¿Por qué?
-Yo siempre he sido panista.
-¿Cómo?
-Soy militante, me conviene que gane el PAN de presidente y de jefe del gobierno del DF… Mire ahí está el Sodi, yo votaría por él (y señaló un anuncio espectacular en Avenida Santa Ana). ¿Usté es del PRD verdad?
-¿Por qué?
-No sé, se le ve… Pues es el que va a ganar yo creo.
-¿Le gustó como gobernó el PAN en estos seis años?
-No, pues más o menos, no tanto.
-¿Entonces por qué votaría por el PAN?
-Yo soy panista de siempre, de corazón.
-¿Aunque no le haya gustado votaría otra vez por el PAN?
-Si, siempre el PAN sea como sea.
-¿Le gustó como gobernó el PRD en la ciudad?
(Y por el retrovisor del taxi me hizo un gesto negativo y antipático).
Todas las conversaciones que estoy escribiendo son de gente tomada al azar, en la calle, afuera de las casillas, en el taxi. De manera aleatoria he elegido a las personas y las respuestas han sido muy variables pero también, muy parejas. Por lo menos me han tocado simpatizantes de los tres partidos principales y nadie que haya votado o que fuera a votar por los pequeños partidos. No ha sido hasta el momento fácil –aunque la redacción así lo parezca- pues no cualquiera contesta a la pregunta de por quién se va a votar. Muchos, quizás la mitad de las personas, han respondido tajantes e incluso groseros: “No señorita, no le voy a decir” o “El voto es secreto oiga”. Al principio explicaba con detalle el para qué y el por qué de mi pregunta, incluso mostraba mi credencial de estudiante o de profesora o cualquier otra identificación, pero quienes no quieren contestar desde el principio, no contestarán ni con la mejor explicación posible. Por eso decidí no explicar mucho el motivo de mis preguntas y no sacar más la grabadora pues la gente se mostraba más distante y hostil (de todas formas no tenía pilas): “Es que, en estos últimos días, hay mucha gente por las calles que pregunta por quién vas a votar y son de partidos, incluso me ha tocado que me pidan mis datos y teléfono. El otro día unos del PAN me preguntaron por quién iba a votar y me pidieron mi teléfono… por supuesto que no les dije ni madres”, comentó mi hermano quien me acompañó en mi travesía por algunas calles de la ciudad de 12 a 2 de la tarde.
-¿Usted señora, ya fue a va a votar?
-Si.
-¿Me puede decir por quién votó?
-Pues por el López Obrador.
-¿Y de diputados, jefe de gobierno y senadores?
-Por el mismo.
Esta fue la última conversación que he tenido, antes de poder llegar a casa en mi corta caminata. Esta mujer, mayor ella, estaba con su nieta esperando el pesero en la parada en la que me dejó el taxista militante panista. Por cierto que el taxi no traía taxímetro y me cobró “Lo que yo quisiera darle”. Me explicó que hoy no trabajan los taxistas y que, por lo tanto, no tenía taxímetro, aunque no entendí ni entiendo bien la lógica de este razonamiento.
Como a las tres
Hasta el momento (dos de la tarde) había caminado por calles y barrios “populares” cercanos a mi casa, incluso pasé por el mercado de La Salud en donde no me sorprendió ver más gente en los puestos de comida, carnitas, sopes, quesadillas, frituras, que en las casillas de votación. Éstas se ubicaban en escuelas, centros comunitarios o casonas tipo vecindad muy bien acondicionadas. La gente, como comenté antes, contestaba poco confiada a mis preguntas, aunque hubo algunas -que he reproducido- que accedían a brindarme la información que buscaba. Había armonía, tranquilidad, amabilidad, sobre todo cuando preguntaba a los transeúntes en dónde se ubicaban las casillas, claro está, solo para mirar y tomar fotos: “Claro que sí señorita, por allá”, “Siga derecho, si quiere la acompañamos”, “Depende del número que tenga en su credencial, ¿qué número tiene?”, etc., etc. Después de descansar un rato, como a las tres de la tarde, caminé hacia el fraccionamiento de enfrente, Paseos de Taxqueña -donde se encuentran residencias y departamentos de clase media alta-, para comparar si el comportamiento en las casillas era el mismo o variaba de aquellas casillas ubicadas en los lugares visitados (de clase media baja o baja).
Si, definitivamente hubo cambios. A esta casilla, ubicada en Paseos de los Sauces, la gente llegaba en auto, camionetas, coches nuevos en su mayoría y se formaba ordenadamente en la fila (ya como de 20 personas para esa hora) sin saludar, ni mirar a los otros. Al parecer nadie se conocía o, por lo menos, los vecinos no querían saludarse entre sí. Simplemente emitían su voto y salían rápidamente por donde entraban. Su auto –quizás con el chofer o algún familiar al volante- los esperaba en la entrada, ingresaban en éste y se marchaban apresurados. Lentes oscuros, pulseras doradas y celulares en mano: la gente en la fila estaba más interesada en llamar por teléfono, en su imagen, que en ver qué había o qué pasaba a su alrededor. Una casilla muy aburrida, por cierto. Recordé aquello de “la distinción” de Bourdieu: los símbolos que utiliza la pequeña burguesía para significar su posición en el espacio social, su altura o status, sus gustos similares en los que se reconocen como iguales. De las dos personas a las que quise entrevistar, ninguna se dejó preguntar. La incomodidad que sentí en este ambiente me hizo regresar a casa para descansar mi columna una vez más, sobre todo después de que una dama muy elegante, bien maquillada, me miraba fijamente con desconfianza y desaprobación (quizás por el collarín que llevo desde hace dos semanas).
Más tarde
He salido en automóvil, como a eso de las 6 de la tarde. Llovía ligeramente en la ciudad de México y aún se veía movimiento en las calles, aunque no tanta como hacía unas horas. Fui a rentar una película al Blockbuster más cercano (ni modo, no hay otra cosa más cercana, lo bueno que ya tiene su sección de ‘arte’). Un jovencito, de lentes y camisa a cuadritos, muy chistoso -de ésos que explotan en ese tipo de lugares- me preguntó si me podía ayudar a encontrar alguna película. Le contesté que gracias pero no, y aproveché (necia yo) para hacerle mis preguntas del día:
-¿Con el horario de trabajo de aquí puede uno ir a votar?
Me miró fijamente, tieso y extrañado. Pensé que quizás no tenía la edad suficiente para votar, pues se veía como de unos 16 años. También pensé que ni al caso mi pregunta y que debía dejar de hacer esto de una vez por todas.
-Pues si ¿por qué no? Yo entré apenas a las 5 a trabajar. Mi amigo salió a las 3 y pues se fue a votar.
-¿Y tu...? -dudé un poco- ¿fuiste a votar?
-Si (pareció haberlo dicho con mucho orgullo y me tranquilicé).
Continuó acomodando películas y preguntando a los clientes si deseaban alguna ayuda. Me dio un poco de tristeza, no sé por qué. Salí, después de escoger algo de arte; la lluvia estaba ya mojándolo todo. Me mojé el cabello y mi collarín en lo que corrí al auto. Mucho movimiento por hoy. Ya no aguanto mucho.
Ahora escribo mientras la televisión anuncia que pronto se conocerán a los ganadores. Por lo pronto aquí en el DF ya ganó el PRD. No tengo, desafortunadamente, una opinión al respecto.
3 Comments:
At 7/02/2006 4:50 p.m., Gerardo de Jesús Monroy said…
He disfrutado mucho con la recreación que haces de tu experiencia. Llegué aquí desde Mirada Pública (también ando en eso), me gusta tu manera de observar los detalles.
Saludos desde Torreón.
At 7/02/2006 10:58 p.m., El Terrible Funk said…
guau!!!
Una excelente crónica, tienes mucha madera de bloggera, debrías frecuantar estos esacios más seguido.
Besos
At 7/08/2006 4:40 a.m., Ricardo Cortizo said…
Me pongo de rodillas y alabo este post. No manches! Fue la cobertura que me hubiera gustado hacer.
Felicidades!!!
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